domingo, 18 de abril de 2010

Ohhh… Baja California!

Por fin Méjico… cuanto tiempo esperando este viaje!
Cruzamos la frontera en Tijuana y… nada. Nadie nos pidió el pasaporte, ni nos pregunto qué llevábamos en la mochila, ni nada de nada… menudo mosqueo! En una frontera así uno espera que como mínimo le sellen el pasaporte, no? pues el problema fue nuestro para encontrar un funcionario de migraciones que se tomara la molestia. 
Para ser sinceros entramos en Méjico un poco jiñados. Las noticias de este país siempre son alarmantes: que si gripe A, que si terremotos, que si secuestros express, que si guerras entre bandas de narcos, que si batallas entre policías corruptos y ejercito, que si feminicidios… pero por otro lado hablas con la gente que ha venido, y te dice que el país es genial, que la gente es un encanto y que de todos esos temas, nada de nada.
Por si acaso, planeamos pasar el mínimo tiempo en Tijuana, que junto a Ciudad Juárez parecen la franquicia del infierno en la tierra, y una vez cumplido el trámite aduanero pillamos un bus hacia el Sur.
Después de pasar la noche en la carretera amanecimos en San Ignacio, un oasis al mas puro estilo marroquí: miles y miles de palmeras, árboles frutales, y alrededor montañas absolutamente abrasadas; la única diferencia,  los cardones, unos cactus gigantes que dominan la Baja California de punta a punta.



A San Ignacio se va a ver ballenas.
En Baja California hay tres lugares donde las ballenas grises acuden en masa cada invierno para parir y criar: Laguna Ojo de Liebre, Puerto López Mateos y Laguna de San Ignacio. Las ballenas permanecen aquí desde finales de diciembre hasta finales de marzo y durante ese tiempo enseñan a sus ballenatos lo fundamental para hacer su primer gran viaje a las aguas de Alaska, donde pasan el resto del año.
Bajo las palmeras, San Ignacio se desarrolla alrededor de la misión que los Jesuitas o los Dominicos (o los dos a la vez o ninguno) fundaron hace mogollón de tiempo.
La pequeña plaza mayor es el corazón del pueblo y la gente la ocupa a todas horas. Hay 2 restaurantes, un puesto de tacos (bocadillos locales), una nevería (heladería) y dos tiendas de novedades, que es como llaman aquí a las tiendas que venden ropa y cosas de la casa.
La tienda de abarrotes (súper) y la tortillería (donde hacen y venden las tortitas de maíz o harina, que aquí se utilizan a modo de pan) están en una de las calles que sale de la plaza.
Además, están las oficinas de las agencias de viajes que organizan lo del avistamiento de ballenas.
El tema ballenas lo tienen bien organizado. Además de regular la cantidad de pangas (lanchas) que están a la vez en la laguna y el tiempo que permanecen, a estas les prohíben aproximarse a menos de 20 metros de los bichos, así que si estos quieren acercarse lo hacen, y si quieren estar a su rollo, tienen espacio.  
En temporada alta se ve que hay decenas de ballenas y la laguna es una fiesta, pero ahora cada vez quedan menos y no las teníamos todas.
Pero tuvimos suerte, y aunque solo vimos 3 parejitas de madre-hijo/a, nos cruzamos con una ballenita juguetona que se nos acerco mucho.



La siguiente parada fue Bahía de los Ángeles, hasta donde llegamos en busca de los pescadores de calamares gigantes.
Llegar hasta es toda una aventura, no hay línea regular de bus, y para mochileros como nosotros la única opción era hacer dedo (o raite, como lo llaman aquí), pero claro, hacer dedo aquí… nos pusimos en contacto con un hostal en Bahía y nos dijeron que no había problema, que todo el mundo llegaba al pueblo así y que si de todas formas no lo veíamos claro, ellos nos pasaban a recoger. Y allí nos plantamos con nuestro mochilon, rodeados de cactus en medio del desierto… y mira por donde, el primer coche que pasa es un coche rojo con unas luces de colores en el techo… una furgo de bomberos! Me planté en medio de la carretera y en cuanto les dije que soy bombero nos hicieron un sitio.
A todo esto, habíamos comprado una tienda de camping de segunda mano con la idea de dormir en las playas, porque aquí en Baja el concepto de playa es diferente, y lo más normal es que en todas haya restaurante, abarrotes y palapas, que son unos techos de paja que levantan a pie de agua, para que la gente plante sus tiendas y pueda estar a la sombra.
Así que en Bahía de los Ángeles dormimos en nuestra primera playa y descubrimos que aquí, el concepto de camping también es diferente.
Para empezar el agua esta fría, así que lo de estar todo el día a remojo como que no.
Ademas, las playas de Baja están plagadas de yankis y canadienses en busca de sol, que a la que pueden exhiben todo su poderio: mobilhomes plegables, quads, motos de agua, kayaks, boggies… pero lo mejor viene al atardecer, cuando los mejicanos se adueñan de la escena y ponen su música a todo trapo: bandas norteñas, narcocorridos, rancheras etc… sin duda toda esta música se merece un post, porque las letras son increíbles!
El espectáculo en el agua lo garantizan los pelícanos, que lanzándose en picado una y otra vez en busca de peces, parecen los dinosaurios voladores de Jurassic Park. Con un poco de suerte, puedes ver las columnas de agua que las ballenas lanzan al aire cuando respiran.


El tema calamares gigantes lo dejamos para otra vez. No es temporada, y para capturarlos los pescadores salen a mar abierto durante toda la noche en unas barcas minúsculas… y claro, piensas en esos bichos tan grandes, y en las olas aun mas grandes, y en esas barcas tan pequeñajas, y en la pasta que te piden por acompañarlos… y por más que te esfuerzas se te acaban yendo las ganas.
Pero a falta de calamares buenas son pinturas rupestres.
En el camping preguntamos a unos abueletes de Las Vegas que llevaban un tiempo acampados en Bahía qué era lo que podíamos hacer allí, y nos dijeron que había unas pinturas rupestres muy chanantes en el desierto, y que había otro abuelete americano que sabía donde estaban. El abuelete en cuestión era don Pedro, un botánico retirado que vivía 6 meses en California y 6 meses en Bahía. Se ofreció a llevarnos de paseo, y a cambio nosotros pagamos la comida.
El paseo con don Pedro fue genial, en Bahía de los Ángeles también estuvimos de suerte.
La cosa es que un par de semanas antes de nuestra llegada, había llovido como nunca, y el desierto parecía un jardín botánico lleno de plantas en plena erupción de flowers.
Don Pedro además de llevarnos hasta las pinturas, nos dio una clase magistral de botánica. Nos explico las adaptaciones que estas plantas habían desarrollado en un medio tan hostil, sus mecanismos de supervivencia y el porque de sus extrañas formas.




Finalmente, evitamos tener que hacer dedo para salir de Bahía viajando con otro abuelete hippie de San Francisco que estaba en el camping, y que nos saco de allí en su WV California del 74, a cambio de un rato de compañía en su viaje de vuelta.
Adiós Bahía de los Ángeles.
A Mulegé, llegamos en busca de playas inmaculadas y tranquilas donde descansar unos cuantos días a la sombra de alguna palapa… pero como he dicho antes, el concepto de playa tranquila en Méjico es diferente. Finalmente nos decidimos por la playa de Santispac, que fue la que nos pareció menos friki… pero aun y así tenía una feria, un mercadillo, restaurante, etc.




Allí conocimos a la familia López Rodríguez - nuestros vecinos de palapa- oriundos de Ensenada y que viajaban hacia el sur de Baja disfrutando de sus vacaciones de Semana Santa. Su hijo Lionel era un encanto, y a pesar de que tenía problemas para comunicarse le cogimos mucho cariño, menudo crack!. Ellos nos llevaron en su troca (que es como llaman aquí a los coches tipo pick-up) hasta La Paz, capital de Baja California y nuestra ultima parada antes de saltar al continente.
A La Paz se viene a bucear con tiburones ballena y leones marinos. La pena es que los tiburones solo aparecen por aquí a partir del mes de Junio. Los leones en cambio están todo el año y pudimos nadar muy cerca de ellos… demasiado según MJ.
En la guía dice que las puestas de sol desde el malecón son espectaculares, y esta vez no se equivocan, las tranquilas aguas de la bahía, la fina playa de arena blanca y los edificios coloniales del paseo marítimo se ponen de gala al caer el sol.
En el puerto deportivo soñamos un rato viendo los barcos de los que navegan los mares impulsados por el viento.
Finalmente, hicimos una excursión a la isla de Espíritu Santo, donde además de ver fragatas, tortugas y delfines, te puedes pegar un chapuzón cerca de una colonia de lobos marinos. 
Vaya pedazo de bichos.

2 comentarios:

  1. Chicos, vaya pasada las fotos con las ballenas!! Increible! Nosotros las vimos cuando estuvimos en Ecuador, pero no tan de cerca.
    Con respecto a nosotros... BUENAS NOTICIAS!! Ya mismo estaremos de nuevo en ruta, jejejeje. Pasadlo lo mejor posible, que nunca se sabe lo que puede pasar, jeje. Os mandamos un beso enorme desde la inmensa alegria que sentimos por dentro. Nos veremos prontito. Besos.
    Elena y Pablo.

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  2. Sí, lo de las ballenas fué increible, la tía se acercó a la barca y nos tiraba agua a la cara, yo creo que lo hacía a propósito.

    Nos alegramos muchísimo que todo haya ido bien... y podáis reanudar vuestro viaje lo más pronto posible.

    Muchos besos y a disfrutar

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