miércoles, 9 de junio de 2010

guateSmala


Después de más de un mes por Méjico decidimos cambiar de aires. El destino, Guatemala. 
Miguel tenía muchas ganas, y aunque a mi me parecía añadir más quilómetros al viaje, nos decidimos después de hablar con algunos mochileros y ver fotos… pero si tuviera que decidirlo hoy, lo dejaría para más adelante, después de haber visitado otros muchos países.
Dedicamos una semana al país, visitando el Lago Atitlan, la ciudad de Antigua y las ruinas mayas de Tikal.

Desde San Cristóbal de las Casas hasta Panajachel, en el lago Atitlan, fuimos en una pequeña furgoneta turística. El viaje, de 9 horas, fue bastante tremendo dado que la furgo iba a tope y la carretera estaba llena de curvas.
En la frontera, “mordida”… 15 euros para salir de Méjico y 2 más para entrar en Guatemala… por supuesto no te dan ningún resguardo ni factura y aunque sabes que te están tomando el pelo, lo pagas sin protestar por si acaso.
En Panajachel, los hoteles y restaurantes no son baratos, y en las tiendas, te da la risa con los precios, que estimamos eran tres veces más altos de lo razonable. Con todo esto, y teniendo en cuenta que a nosotros no nos gustan ni las multitudes ni que nos intenten tomar el pelo, en Panajachel no estuvimos muy cómodos.
Lo interesante está al otro lado del lago, en los pueblos ribereños que lo rodean, y en el paisaje, de gran interés para los fotógrafos. La verdad es que es un lugar muy bonito y especial. Visitamos los pueblos de Santiago, San Pedro y... otro más. Entre otras cosas, lo curioso es que cada pueblo tiene su uniforme oficial,  y todo el mundo se viste de la misma forma, lo que los diferencia de los demás pueblos.

El traslado a Antigua fue aún peor. Esta vez nos tocó un conductor suicida que nos llevó a trompicones durante todo el trayecto… ¡como echamos de menos los autobuses de Méjico… limpitos, espaciosos, puntuales! Las furgos turísticas guatemaltecas suelen ser tipo Nissan Vanette, ¿pero alguien se imagina meter a 15 guiris de 1'80 con sus mochilas correspondientes dentro? pues o eso, o nada, porque las noticias que llegan de los autobuses regulares son escalofriantes… mientras estuvimos en el país, las maras se cargaron a 4 conductores que no pagaban los impuestos que les imponen por cruzar sus territorios. Las maras, son mafias que controlan un territorio determinado, donde se dedican a todo tipo de actividades delictivas sin que nadie se atreva a toserles.  
Antigua es una ciudad muy parecida a San Cristóbal de las Casas, pero rodeada de un paisaje impresionante. Callejeando, descubrimos un Mcdonald’s con un nivel de lujo que no imaginábamos para ese tipo de restaurantes. Nos pareció el lugar ideal para instalar nuestro cuartel general: wifi gratis, lavabos limpitos, sofás tipo chess long, etc... Y claro, como una cosa lleva a la otra, se convirtió en la base de nuestra alimentación durante tres días, porque después de semanas de burritos, enchiladas, chilaquiles, tamales, etc etc etc, la verdad es que nos apetecía cambiar un poco. 
Antigua tiene un montón de virtudes que la convierten en una ciudad fantástica: una plaza de armas rebosante de actividad, arquitectura colonial, jardines frondosos… el Mcdonald’s.
Una excusión muy bonita.
Desde Antigua contratamos una excursión para visitar el volcán Pacaya, que es famoso porque está activo. Después de una hora subiendo llegamos a una zona donde la lava aún está caliente. Entre el calor que hace, los geiser de barro y los agujeros humeantes, parece que estés en las calderas del infierno. El guía acercó un bastón a uno de los agujeros e inmediatamente se inflamó… a la gente eso le gustó, y como algunos subieron marshmallows (esas nubes dulces que los americanos ponen en un palo y calientan en la barbacoa) nos pusimos a  prepararlos en la lava… mmm, que buenos! Una vez hecha la BBQL (barbacoa a la lava) tuvimos que bajar rápidamente, ya que se nos hacia tarde y no queríamos que nos oscureciera bajando por la lava… porque la lava es muy ruda y rugosa… cuando veáis a Miguel le pedís que os enseñe las marcas que se hizo haciendo el cabra.
La última parada en Guate fue en la ciudad de Flores, cuyo único interés reside en que es la base desde la cual se accede a las ruinas de Tikal y desde donde resulta razonablemente fácil volver a Méjico.
Las ruinas de Tikal resultaron increíbles y merecedoras del sacrificio que supone llegar hasta allí. Se encuentran rodeadas de selva espesa y plagadas de bichos: tucanes, papagayos, monos araña, monos aulladores, zorros, cebus y hasta jaguares (aunque afortunadamente, nosotros no nos cruzamos con ninguno). Las pirámides se elevan por encima de las copas de los árboles como si quisieran demostrar su supremacía sobre la naturaleza. La zona está muy bien restaurada, y se pueden ver pirámides y edificios que conservan algunos de sus lados cubiertos por la vegetación, tal como los encontraron los arqueólogos, y el resto limpio, por lo que es fácil comprobar lo que comentábamos en el post anterior, la contundencia y velocidad con que la selva engulle todo lo que se le pone por delante.


Nos llamó la atención la posibilidad de contratar un guía armado para que te escoltara durante la visita…¿por los jaguares?... no no, por los bandidos… y efectivamente algunos grupos numerosos iban acompañados de escolta policial… ¡uyuyuy que nos vamos pitando de Guate!
La vuelta a Méjico fue tal cual esperábamos, una odisea de más de doce horas en un autocar pequeñito, pequeñito –Miguel no cabía sentado, tenía que colocar las piernas de lado- y lleno de sufridos guiris, aguantando estoicamente el paso por cuatro controles de migración.
Al salir de Guatemala la misma historia… son 20 quetzales para salir… ¿qué? nosotros no vamos a pagar, ya lo hicimos al entrar… y ¿a quien le pagaron?… grrrrrrrr… bueno pues vale, no paguen.
Belice nos pareció un país del estilo me estas estresando, aunque solo lo vimos de pasada.
Dos sellos mas en nuestros pasaportes, y de vuelta a Méjico… ¡bien!!