domingo, 14 de noviembre de 2010

asignatura pendiente


Como decía, nos había quedado pendiente explicar la última parte de nuestro viaje por México.
Para el final del viaje, decidimos reservarnos unos días en el Caribe con la intención de relajarnos y hacer el perro, que es lo que de verdad nos apetecía.
Mahahual, Punta Allen, Tulum, Chichen Itza y Isla Mujeres.
A Mahahual llegamos tras ochocientasmil horas de autobús desde Tikal. El viaje fue muy incomodo. El bus era una furgoneta un poco mas grande de lo normal y la distancia entre asientos estaba calculada como para los clics de famóbil… si algún día pilláis ese bus llevad anticoagulantes. Entre el calor y el encogimiento podéis acabar el viaje mas doblaos que el bueno de Stephen Hawking.
La primera parada en el caribe la hicimos en Mahahual, donde nos reencontramos con Urko y Ana, a los que habíamos dejado en San Cristóbal de las Casas a punto de hacerse un tatuaje.
Urko y Ana.
A veces coincides con gente, con la que bastan cinco minutos para tener la sensación de que te conoces de toda la vida. Con  Urko y Ana nos paso eso, los conocimos en el hostal de Oaxaca, nos invitaron a chalupines -saltamontes secos- despues nos tomamos unas birras… una cosa lleva a la otra, y mira por donde, acabamos haciendo parte del viaje juntos.  
En Mahahual vimos por primera vez las aguas azul turquesa del mar caribe y el pedazo tatoo de Urko.
El pueblo ofrece tranquilidad, buceo y pesca. Hicimos un par de inmersiones y el resto del tiempo lo pasamos holgazaneando en la playa durante el día, pescando en el malecón por la tarde y durmiendo a pierna suelta por al noche.

No vayáis a Mahaual para bucear, las inmersiones no valen la pena.
Lo que nos pareció mas interesante fue lo del concurso de pesca. El premio se lo llevaba el que pillaba un Marlin Blanco (Pez espada) o en su defecto el pez mas grande. Los barcos se hicieron a la mar durante tres días. Salían a primera hora y regresaban a las 6 de la tarde. La mayoría desembarcaban peces napoleón y atunes, pero el ultimo día, unos aparecieron con un Marlin realmente grande… pobre bicho, al llegar a puerto aun estaba vivo.
Pollo empanizado y mojitos.
Para visitar Punta Allen, Tulum y Chichen Itza, alquilamos un coche. En la oficina, el dependiente nos advirtió: si tienen algún problema sobre todo no llamen a la policía, porque entonces tendrán dos problemas…”
Nuestra siguiente parada fue Tulum. Allí nos bañamos en el cenote "dos ojos", visitamos las famosas ruinas al borde del mar, y nos hospedamos en el "Diamante K", unas cabañas bastante chulas dentro de nuestras humildes posibilidades. En Tulum ya se huele a muchedumbre. En las ruinas había que hacer cola para hacerse  fotos y todo el mundo iba con sus pulseritas de colores de los hoteles all included.

Al no tener carretera asfaltada, Punta Allen se mantiene fuera del circuito de los "pulseritas" y conserva el ambiente relajado que uno espera del caribe… es un autentico paraíso tropical. Nosotros llegamos atraídos por la tranquilidad y el pollo empanizado, que según Urko, era el mejor que había probado en su vida… y la verdad es que estaba para cagarse, el secreto era el rebozado, muy crujiente, y el tamaño… no se de donde sacarían los pollos, pero aquello se salía del plato, que locura!.
Alquilamos una casita con dos habitaciones y pasamos los dias perfeccionando la receta del mojito, y jugándonos las tareas domesticas al poker y al mus.

Dejamos a Urko y Ana en Playa del Carmen, pendientes de una agenda de visitas familiares algo estresante, y apuramos nuestros últimos días visitando las ruinas de Chichen Itza y descansando en la Isla Mujeres.
Chichen Itza esta bien, pero nosotros ya llevábamos muchas pirámides a cuestas y no nos impresiono, además hacia mucho calor y la entrada es carísima. Si solo vas al Yucatán, esta bien acercarse, pero si ya has visto otras pirámides, olvídate.

Los mundos de Yuppie. 
Para acabar el viaje, habíamos reservado 4 días y parte del presupuesto para tumbarnos a la bartola en un hotelazo. El elegido fue el hotel "Media Luna" en Isla Mujeres, que si bien es un modesto 4 estrellas, tiene su piscina al borde del mar, la cama king size, etc etc etc… no estuvo mal.
Lo interesante, fue aterrizar en Cancún y ver la que tienen montada en la "zona hotelera"… así, a primera vista: barcos/discoteca piratas, submarinos de vidrio para dar paseos por el fondo del mar, circuitos de moto-cross acuático, paracaídas arrastrados por lanchas… y como en Las Vegas, americanos gastando pasta por todas partes.
Aunque hicimos un par de inmersiones bonitas, no pudimos disfrutar demasiado de nuestros últimos días, pues se acercaba una de las primeras tormentas tropicales del año y el mar estaba muy picado, a ratos diluviaba, y además… después de un viaje tan chulo, después de ver y conocer tantas cosas diferentes, después de estar tres meses fuera de casa las 24 horas del día juntos…  


viva méxico cabrones!



Pedaleando por el Himalaya (I)

Shimla, Himachal Pradesh, India. Esta vez viajaré solo.
El plan es recorrer en bici la carretera NH-22, que atraviesa los valles de Kinnaur, Spiti y Ladhak en el Himalaya Indio... pero no las tengo todas conmigo.
La carretera va muuuy alta y solo es transitable durante los meses de verano. Después, la cosa se pone chunga porque lo del tiempo es una lotería, hasta que finalmente, a mediados de septiembre la carretera queda “oficialmente” cerrada. Y aunque eso, solo implica la prohíbicion del transito de autobuses -vehículos particulares y camiones siguen pasando hasta que la nieve hace la ruta intransitable- si tuviera que definir mi estado de animo actual, seria pelin jiñao.
Voy a intentar hacer la ruta en octubre, y mi peor pesadilla es que me caiga un paquetón de nieve mientras esté metido en "la zona de la muerte", que es el nombre que le he puesto a los cientoypico kilómetros sin pueblos, campamentos, ni nada de nada, que quedan encajonados entre los puertos de montaña mas altos. 
Pero bueno... el pais es grande, y si la cosa se tuerce, a otra cosa mariposa. 
Espero que Ganesh, Buda… la Virgen de las Barricadas, el Gauchito Gil y San Cristóbal me protejan en esta aventura, pero antes de seguir… tenemos pendiente subir el ultimo post de nuestro viaje por tierras mexicanas, andele!.

miércoles, 9 de junio de 2010

guateSmala


Después de más de un mes por Méjico decidimos cambiar de aires. El destino, Guatemala. 
Miguel tenía muchas ganas, y aunque a mi me parecía añadir más quilómetros al viaje, nos decidimos después de hablar con algunos mochileros y ver fotos… pero si tuviera que decidirlo hoy, lo dejaría para más adelante, después de haber visitado otros muchos países.
Dedicamos una semana al país, visitando el Lago Atitlan, la ciudad de Antigua y las ruinas mayas de Tikal.

Desde San Cristóbal de las Casas hasta Panajachel, en el lago Atitlan, fuimos en una pequeña furgoneta turística. El viaje, de 9 horas, fue bastante tremendo dado que la furgo iba a tope y la carretera estaba llena de curvas.
En la frontera, “mordida”… 15 euros para salir de Méjico y 2 más para entrar en Guatemala… por supuesto no te dan ningún resguardo ni factura y aunque sabes que te están tomando el pelo, lo pagas sin protestar por si acaso.
En Panajachel, los hoteles y restaurantes no son baratos, y en las tiendas, te da la risa con los precios, que estimamos eran tres veces más altos de lo razonable. Con todo esto, y teniendo en cuenta que a nosotros no nos gustan ni las multitudes ni que nos intenten tomar el pelo, en Panajachel no estuvimos muy cómodos.
Lo interesante está al otro lado del lago, en los pueblos ribereños que lo rodean, y en el paisaje, de gran interés para los fotógrafos. La verdad es que es un lugar muy bonito y especial. Visitamos los pueblos de Santiago, San Pedro y... otro más. Entre otras cosas, lo curioso es que cada pueblo tiene su uniforme oficial,  y todo el mundo se viste de la misma forma, lo que los diferencia de los demás pueblos.

El traslado a Antigua fue aún peor. Esta vez nos tocó un conductor suicida que nos llevó a trompicones durante todo el trayecto… ¡como echamos de menos los autobuses de Méjico… limpitos, espaciosos, puntuales! Las furgos turísticas guatemaltecas suelen ser tipo Nissan Vanette, ¿pero alguien se imagina meter a 15 guiris de 1'80 con sus mochilas correspondientes dentro? pues o eso, o nada, porque las noticias que llegan de los autobuses regulares son escalofriantes… mientras estuvimos en el país, las maras se cargaron a 4 conductores que no pagaban los impuestos que les imponen por cruzar sus territorios. Las maras, son mafias que controlan un territorio determinado, donde se dedican a todo tipo de actividades delictivas sin que nadie se atreva a toserles.  
Antigua es una ciudad muy parecida a San Cristóbal de las Casas, pero rodeada de un paisaje impresionante. Callejeando, descubrimos un Mcdonald’s con un nivel de lujo que no imaginábamos para ese tipo de restaurantes. Nos pareció el lugar ideal para instalar nuestro cuartel general: wifi gratis, lavabos limpitos, sofás tipo chess long, etc... Y claro, como una cosa lleva a la otra, se convirtió en la base de nuestra alimentación durante tres días, porque después de semanas de burritos, enchiladas, chilaquiles, tamales, etc etc etc, la verdad es que nos apetecía cambiar un poco. 
Antigua tiene un montón de virtudes que la convierten en una ciudad fantástica: una plaza de armas rebosante de actividad, arquitectura colonial, jardines frondosos… el Mcdonald’s.
Una excusión muy bonita.
Desde Antigua contratamos una excursión para visitar el volcán Pacaya, que es famoso porque está activo. Después de una hora subiendo llegamos a una zona donde la lava aún está caliente. Entre el calor que hace, los geiser de barro y los agujeros humeantes, parece que estés en las calderas del infierno. El guía acercó un bastón a uno de los agujeros e inmediatamente se inflamó… a la gente eso le gustó, y como algunos subieron marshmallows (esas nubes dulces que los americanos ponen en un palo y calientan en la barbacoa) nos pusimos a  prepararlos en la lava… mmm, que buenos! Una vez hecha la BBQL (barbacoa a la lava) tuvimos que bajar rápidamente, ya que se nos hacia tarde y no queríamos que nos oscureciera bajando por la lava… porque la lava es muy ruda y rugosa… cuando veáis a Miguel le pedís que os enseñe las marcas que se hizo haciendo el cabra.
La última parada en Guate fue en la ciudad de Flores, cuyo único interés reside en que es la base desde la cual se accede a las ruinas de Tikal y desde donde resulta razonablemente fácil volver a Méjico.
Las ruinas de Tikal resultaron increíbles y merecedoras del sacrificio que supone llegar hasta allí. Se encuentran rodeadas de selva espesa y plagadas de bichos: tucanes, papagayos, monos araña, monos aulladores, zorros, cebus y hasta jaguares (aunque afortunadamente, nosotros no nos cruzamos con ninguno). Las pirámides se elevan por encima de las copas de los árboles como si quisieran demostrar su supremacía sobre la naturaleza. La zona está muy bien restaurada, y se pueden ver pirámides y edificios que conservan algunos de sus lados cubiertos por la vegetación, tal como los encontraron los arqueólogos, y el resto limpio, por lo que es fácil comprobar lo que comentábamos en el post anterior, la contundencia y velocidad con que la selva engulle todo lo que se le pone por delante.


Nos llamó la atención la posibilidad de contratar un guía armado para que te escoltara durante la visita…¿por los jaguares?... no no, por los bandidos… y efectivamente algunos grupos numerosos iban acompañados de escolta policial… ¡uyuyuy que nos vamos pitando de Guate!
La vuelta a Méjico fue tal cual esperábamos, una odisea de más de doce horas en un autocar pequeñito, pequeñito –Miguel no cabía sentado, tenía que colocar las piernas de lado- y lleno de sufridos guiris, aguantando estoicamente el paso por cuatro controles de migración.
Al salir de Guatemala la misma historia… son 20 quetzales para salir… ¿qué? nosotros no vamos a pagar, ya lo hicimos al entrar… y ¿a quien le pagaron?… grrrrrrrr… bueno pues vale, no paguen.
Belice nos pareció un país del estilo me estas estresando, aunque solo lo vimos de pasada.
Dos sellos mas en nuestros pasaportes, y de vuelta a Méjico… ¡bien!!

miércoles, 19 de mayo de 2010

Chiapas, mon amour

En este capítulo os contaremos nuestras aventuras por Oaxaca y el estado de Chiapas… bye bye Aztecas, hello Mayas.
Oaxaca es -según dicen- la capital artística de Méjico. Está a medio camino entre el DF, y el Pacífico por un lado y las selvas del Sur por otro. Presume de tener una vida cultural intensa y más artistas per capita que en cualquier otra ciudad del país.
La verdad es que en Oaxaca nos pasamos la mayor parte del tiempo haciendo lo que más nos gusta cuando estamos de viaje: callejear sin rumbo fijo de aquí para allá… y el azar, nos regaló una fiesta de los 15 y una rúa indígena en honor a la Virgen de Guadalupe.
La rúa fue de lo más divertido. Desfilaron representantes de los pueblos cercanos ataviados con sus trajes típicos, y mientras cantaban a la virgen acompañados por bandas de música, iban repartiendo mezcal casero para deleite de los parroquianos.



De hecho, la ciudad está ubicada en el centro de un valle invadido por las plantaciones de maguey (o agave), la planta de la que se extraen tanto el mezcal como el tequila.
Lo de la fiesta de los 15 fue más curioso. En uno de nuestros paseos nos llamó la atención un grupo de gente vestida de boda a la puerta de una iglesia y nos quedamos a pipear. De pronto, llegó un coche de época y de su interior descendieron un hombre y una chica jovencísima vestida como una princesa… hubo aplausos y gritos de ¡guapa!. A continuación, la chica entro en la iglesia de la mano del hombre, y seguida por sus damas de honor se plantifico delante del altar… sola, entonces caímos en que se trataba de una fiesta de los 15, la puesta de largo que algunas familias organizan a sus hijas cuando estas cumplen los quince años.


También visitamos las ruinas de Monte Alban y paseamos por el mercado dominical de Tlacolula, donde me sentí como Gülliver en el país de Lilliput, ya que tuve que andar agachado todo el tiempo para no comerme los toldos y marquesinas de las paradas, que me llegaban a la altura de la barbilla… de hecho le alegré el día a mas de una con los coscorrones que me fui dando.
Desde Oaxaca bus nocturno hacia Palenque, en el corazón de Chiapas, donde nos esperaban unos cuantos yacimientos arqueológicos de primera categoría, la selva Lacandona con sus brumas, calor asfixiante y mosquitos, y muchas sorpresas.
En Palenque nos hospedamos en Panchán, un santuario hippie a medio camino entre la ciudad y las ruinas, donde hacían una pizza magnifica y se estaba la mar de bien entre perroflautas y saltimbanquis de todas las nacionalidades en busca de paz y amor.
Resulta increíble comprobar como la selva se traga todo lo que se le pone por delante en poco tiempo. A saber la de tesoros y secretos que deben estar ocultos bajo su manto.




Las ruinas de Palenque son muy famosas porque bajo una de sus pirámides encontraron la tumba de Pacal el Grande, un gobernante maya que murió hace mil quinientos años y se hizo enterrar con todo el equipo: joyas para impresionar a los otros muertos, armas por si alguien se ponía tonto, comida y bebida, etc.
Las ruinas de Palenque están bien, pero las de Yaxchilán son para cagarse.
La excursión hasta las ruinas de Yaxchilán es larga y cara -500km y 50 eurazos- pero vale la pena, aunque sólo sea para sentirte como Indiana Jones por unas horas.
Me explico. Para llegar hasta allí, además de cascarte 250km. de selva, selva y nada más que selva, has de navegar río abajo por el Usumacinta hasta llegar a un meandro donde lo único que oyes es a los monos aulladores y una orquestra de pájaros y grillos sonando a todo volumen. Ahí dentro están las ruinas… te dicen, y tu miras y solo ves millones de mariposas gigantescas revoloteando sin rumbo y selva espesa, tupida, compacta… y sí, a la que empiezas a andar por el sendero que sube entre raíces y lianas descubres un templito por aquí, una piramidita por allá… y no es que los edificios sean muy espectaculares, pero es que todo esta como cuando lo encontraron hace menos de 100 años.
Uno de los templos nos pareció genial. Después de andar un buen rato por la selva y acostumbrarte a sus cositas -el bichito que corretea entre las hojas y nunca ves, la rama que si te la miras bien parece una serpiente o el insecto tamaño XXL que cuando se posa sobre tu camiseta esta a punto de provocarte un infarto- descubres que delante de ti hay un pedazo templo oculto entre los árboles, con la imagen de un mono sentado en lo mas alto que te vigila… ¡uuuaaauuu! ¿esto lo han hecho personas o forma parte de la selva desde siempre?


Por el camino vimos algunos carteles que indicaban que aquello es territorio Zapatista.


Siguiente parada, San Cristóbal de las Casas.
SCdlC es una ciudad colonial preciosa, magníficamente conservada y muy divertida. Además, al estar a casi dos mil metros de altura tiene un clima agradable, que después del bochorno inhumano de Palenque y el calor infernal de Oaxaca nos sentó de perlas. Alrededor hay muchas cosas interesantes que conocer: desde el mundo de los Zapatistas, hasta las extrañas prácticas religiosas que se llevan a cabo en algunas de sus iglesias, lo que la convierten en un sitio ideal para relajarse unos cuantos días.
Los Zapatistas.
Venir a Chiapas y no visitar alguno de sus pueblos Zapatistas no tiene perdón. Ni que sea por curiosidad, vale la pena acercarse a escucharlos y valorar de primera mano que hay de cierto en lo que nos explican de ellos.
Para empezar, para visitar un Caracol -que es como ellos llaman a las 5 regiones en las que se agrupan los pueblos rebeldes- hay que ir acompañado de alguien que les merezca confianza y llevar tu documentación, si no puedes identificarte olvídate de entrar. Después, hay que tener muy claro que entras en un lugar fuera de la ley Mejicana, allí mandan ellos y ni siquiera los militares o policías se acercan. Y para acabar, has de tener claro que no vas a ver ninguna atracción turística… si llevan el pasamontañas es porque si los pillan, los enchironan.
Al entrar al Caracol te recibe un comité de seguridad que se encarga de comprobar tu identidad y de que entiendas cuales son las normas que has de seguir mientras dure la visita. Además has de responder a unas cuantas preguntas: ¿por qué vienes? ¿a que te dedicas? ¿perteneces a alguna organización?... obviamente no dejan tomar fotografías, pero si te dan permiso, es a cambio de que no las publiques en un sitio como este.
Después te recibe la Junta de Buen Gobierno, que está formada por representantes de los municipios que integran el Caracol, y que entre otras cosas, se encargan de explicar la experiencia Zapatista a los visitantes.
Finalmente te dejan un rato libre para que te pasees por el sitio.
Nosotros visitamos el Caracol Oventik. Éramos un grupo de cinco personas: cuatro guiris -nosotros dos y una pareja de profesores de Chicago- y la chica mejicana que nos hacia de guía. A ella no le dejaron pasar. Al parecer los del comité de seguridad se van turnando, y como los que había ese día no la conocían,  la invitaron a esperarnos en la puerta.
Después de pasar el filtro del comité de seguridad, nos llevaron a una sala donde nos esperaban cinco personas encapuchadas: tres mujeres y dos hombres, miembros de la Junta de Buen Gobierno del Caracol. Primero se interesaron por el motivo de nuestra visita, y tras un largo silencio nos explicaron los motivos de su levantamiento y respondieron a nuestras preguntas.
Lo que nos quedo claro -porque insistieron varias veces- es que en las comunidades Zapatistas las mujeres tienen los mismos derechos y deberes que los hombres, que respetan las creencias religiosas y leyes de cada pueblo, y que lo que les alentó a levantarse fue la represión y el abandono al que dicen estaban sometidos por parte del gobierno Mejicano.
Pero os engañaríamos si os dijéramos que la charla nos sirvió para aclararnos demasiado.
Aunque una visita de unas pocas horas no da para sacar demasiadas conclusiones, salimos un poco tristes, con la impresión de que si han llegado hasta el punto de no querer saber nada de su gobierno, y tener que vivir encapuchados en sus propios pueblos, debe ser porque antes debían estar muy muy mal.
A mi, lo que mas me sorprende es que ni el ejercito, ni la policía, ni ninguna otra institución del país, entre en esos territorios… ¿en que otro país moderno pasa eso?. Los Zapatistas son un grupo de campesinos hartos de que les tomen del pelo, pero no son un ejercito… uno llega a la conclusión de que al gobierno Mejicano le importa un bledo las condiciones de vida de esa gente, si no, no se entiende.


Lo nunca visto.
Después de nuestra visita al Caracol, nos acercamos hasta el pueblo de San Juan Chamula. Era día de mercado y las calles estaban llenas de indígenas ataviados con sus trajes típicos vendiendo frutas, animales y demás. Pero el espectáculo estaba dentro de la Iglesia.
La iglesia de San Juan, es famosa porque en su interior se practica el sincretismo, que quiere decir que se mezclan ritos de la religión cristiana, con otros paganos.
En el interior, el suelo estaba cubierto de pinaza verde, y apoyados en las paredes, habia decenas de representaciones de santos con nombres bastante estrafalarios. No había bancos, y la gente se sentaba en el suelo apartando un poco la pinaza, encendían un montón de velas, y mientras unos rezaban entre dientes, otros se sometían a curaciones por parte de los chamanes.
Las curaciones se realizan mediante sacrificios de gallinas.
Hay un código: las gallinas blancas se utilizan para los bebes o niños pequeños, las marrones para enfermedades leves, y las gallinas negras para enfermedades mas serias. En el proceso, el chaman también utiliza coca-cola, que le ayuda a expulsar los malos espíritus del enfermo mediante eructos. Así, enfermo y chaman se hacen un espacio entre la pinaza y plantan un montón de velitas delante suyo. Después, empieza el proceso de curación mediante los eructos y las oraciones, y finalmente, después de haber frotado la gallina por las partes afectadas del cuerpo del enfermo, se le retuerce el pescuezo.
Todo un espectáculo, que nos dejo perplejos.
No esta permitido hacer fotos. Pero asi como el dia de la lucha libre me sento fatal que no me dejaran entrar la camara, aquí no discuti, y aunque me moria de ganas no quise robar ninguna foto a cara de perro… asi que os lo teneis que imaginar… o mejor ir, y verlo con vuestros propios ojos.



martes, 11 de mayo de 2010

¡Héctor putoooooo!

Las ciudades que tienen 20 millones de habitantes y calles de más de 50 kilómetros me confunden… ¿como se lo deben hacer los taxistas para aprenderse todas las calles?
Ciudad de Méjico fue el sitio donde los aztecas -o Mexicas- vieron la señal que en sus profecías marcaba el lugar a partir del que debían construir su imperio. La señal era un águila posada sobre un cactus comiéndose una serpiente. El sitio en cuestión era un lago -dato importante- y los hechos ocurrieron unos 200 años antes de que el señor Hernán Cortés -el malo malo malo de la película para los mejicanos- la viera por primera vez.
Aunque fue la capital del efímero pero poderoso imperio Azteca, hoy casi no queda nada de aquello. Para empezar, los conquistadores arrasaron los antiguos templos, y utilizaron las piedras para edificar en el mismo lugar catedrales etc. Pero es que al estar construida sobre un lago, todo ha ido desapareciendo bajo el lodo, la ciudad se hunde… literalmente. Cuando pasas cerca de algún edificio antiguo y grande, tienes la sensación de que algo no esta en su sitio… muchos edificios históricos están hundiéndose y se inclinan como la torre de Pisa, produciendo un efecto óptico mareante cuando los comparas con los edificios modernos, perfectamente equilibrados.


En DF gastamos 4 días de viaje, distribuidos así:
1/ visita al centro histórico, murales de Diego Rivera y paseo infructuoso en busca de un cine donde pusieran Alicia en 3D.
2/ visitas a Teotihuacan y catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, degustación de Mezcal y noche loca en la Arena viendo lucha libre.
3/ mañana de relax y visita al Museo Antropológico.
4/ casa de Frida Khalo y paseo con Mariachis por los canales de Xoximilco.


Nos gustaron mucho los murales de Diego Rivera en el Palacio Nacional y la visita a Teotihuacan.
Los murales, reflejan la visión de la historia que los mejicanos tienen de su país: exaltación absoluta del imperio Azteca y repulsa enérgica de la conquista. Son muy descriptivos y eso se agradece, porque aunque están llenos de simbolismos se interpretan perfectamente.
Teotihuacan es un conjunto de ruinas de 2000 años de antigüedad, en el que destacan 2 pirámides grandiosas: la del Sol y la de la Luna. El lugar es genial, aunque por estas fechas hace un calor que te cagas, y si cometes el error de ir sin gorra ni gafas de sol acabas torrado.
Junto a la pirámide del Sol, se conservan unas pinturas muy interesantes con   representaciones del dios Quetzalcoatl -que tenia apariencia de hombre rubio con barba y fue el que la lió parda, ya que al partir de viaje, dejo dicho que volvería con unas naves por el Este, lo que  hizo pensar a los Aztecas que Cortés quizás tenia algo que ver con aquello- el Águila y el Jaguar, como representación de la dualidad entre el día y la noche y por extensión de otros muchos conceptos antagónicos. Y sobretodo el Maíz, que fue la base de todas aquellas sociedades, hasta el punto de que algunos se regían por un calendario basado en su ciclo de cosechas.


El espectáculo de lucha en La Arena fue absolutamente bizarro y divertido.
Hay dos bandos: los técnicos, que son los buenos, los que respetan las reglas de juego, los mas simpáticos… y los rudos, que hacen trampas, se meten con el publico, etc.
El día que estuvimos, del bando de los técnicos peleaban: La Mascara, La Sombra, El Sagrado, Máximo, Bam Bam, Eléctrico, El Pequeño Olímpico, Fabián el Gitano, El Bengala y Camaleón. Y por parte de los rudos: Mephisto, El Terrible, Nitro, Ephesto, Taichi, Virus, Pequeño Pierrot, Pequeño Nitro, Pequeño Universo (3 enanitos), Apocalipsis y Disturbio. Los combates enfrentan a grupos de dos o tres luchadores en 3 asaltos. Vencen los que ganan 2 asaltos.
Antes de que suene la campana la actividad es frenética. Mientras en el ring el speaker anuncia quien peleara en el próximo combate escoltado por 4 jamonas que van calentando el ambiente, en las gradas un enjambre de vendedores de cerveza y hot dog´s revolotean entre las butacas en busca de clientes.
¡ding ding ding ding… iniiiiiiisio del primer asaltooooooooo!     
Los combates son de risa, se pasan la mitad del tiempo haciendo payasadas, simulando golpes, metiéndose con el público… pero a veces hacen unas piruetas y se pegan unos ostiones contra el suelo que flipas. Lo mas espectacular es cuando se suben a las cuerdas y se lanzan hacia la zona del publico… no sé como no se matan, porque así como el suelo del ring esta preparado para amortiguar las caídas, en el patio de butacas solo hay cemento.
La gente viene a ver la lucha para desahogarse. En cuanto empiezan los combates el patio de butacas enloquece y la gente se desgañita animando a su bando o insultando al contrario. Después de un par de birras se nos paso la vergüenza y acabamos gritando como descosidos… a favor de los técnicos por supuesto. 
A MªJose le encantaron Eléctrico, un técnico cachitas requeteguapeton, y Máximo, técnico también, pero regordete y mariposón perdido, cuya arma letal era el beso… perseguía a los rudos por el cuadrilátero hasta que conseguía darles un beso en la boca que los dejaba absolutamente traumatizados… Taichi, después del beso perdió el conocimiento y tuvo que retirarse vomitando y escupiendo. 
Pero la catarsis llego en el último combate. Se enfrentaban por el lado de los técnicos: Héctor Garza, La Mascara y La Sombra, y por el lado de los rudos: Mephisto, El Terrible y Ephesto. El asunto es que Héctor Garza, últimamente anda inmerso en un proceso de rudificacion, y en vez de apoyar a sus compañeros, los traiciono una y otra vez provocando las iras del publico que no paraba de gritar Héctor putoooooo!!!... finalmente, aunque su equipo ganó, no le dejaron festejar la victoria, el se rebotó y se lió a ostias con todo lo que se le puso por delante: técnicos, rudos, árbitros, speaker, jamonas…
También visitamos la casa de Frida Khalo, toda una institución en Méjico y en el mundo feminista. Tuvo una vida muy intensa y se codeo con lo más florido del mundo artístico y político de la escena internacional. Pero la pobre tenia mala estrella y le toco vivir todo tipo de desgracias: enfermedades, accidentes, relaciones tempestuosas, etc, que acabaron agriándole el carácter... dicen, que ni los pajaritos se atrevían a parar en los arboles de su jardin...

El DF nos gusto mucho.
La historia del DF es la historia del país... todo lo que pasa en Méjico pasa en el DF, dicen los mejicanos. Es una ciudad con un pasado fantástico -capital de un imperio legendario y escenario de una conquista novelesca- y un presente esperanzador, que refleja la dualidad que hemos percibido en Méjico:  una sociedad dinámica y moderna, que tira para adelante... a pesar de sus instituciones
pd: no hay fotos de la noche en La Arena porque no nos dejaron pasar la camara... sniiiiif!

viernes, 30 de abril de 2010

¿qué onda?

Es la expresión que los mejicanos utilizan para decir ¿qué tal estas? o ¿todo va bien?. Por ahora la onda en nuestro viaje esta siendo padre, suave o sin pedo, que quiere decir que todo va de perlas.


Para llegar hasta Los Mochis desde La Paz cruzamos el mar de Cortés en una avioneta talla XS (14 plazas). Todo iba bien hasta que me quedé de que el piloto estaba leyendo las instrucciones del avión para despegar… por si acaso no le quité el ojo de encima.
Desde Los Mochis parte el tren que adentrándose en la Barranca del Cobre llega hasta Chihuahua, ciudad famosa por ser el cuartel general de Pancho Villa y por el tema de esos perros tan ridículos.
Esta zona de México es desgraciadamente famosa por el narcotráfico. La cosa, es que tal vez algo sugestionados, en los días que pasamos en Sinaloa -así es como se llama este estado- tuvimos oportunidad de notar cositas raras… las calles de las ciudades y los pueblos se quedan desiertos en cuanto se pone el sol, la gente a la mínima te cuenta historias de balacerias -tiroteos en la calle- como si fuera lo más normal del mundo,  y de los controles del ejército en las carreteras, tan habituales en Baja, aquí no tienen noticia.
El tren que se adentra en la Barranca se llama “Chepe”, y es famoso en el mundo de los aficionados a los trenes por realizar uno de los recorridos más acrobáticos que existen. Partiendo del nivel del mar en Los Mochis, se encarama hasta casi 2500 metros en poco más de 100km. Pero lo bueno, es que lo hace serpenteando entre las paredes de los cañones que forman La Barranca del Cobre, un cañón aun más profundo que el del Colorado.
En algunos tramos del recorrido se ven las vías cortando las laderas a tres alturas diferentes, lo que quiere decir que el tren asciende por un tramo de ladera y cuando ésta se acaba, un túnel en forma de curva ascendente perfora la montaña hasta que el tren sale en la misma ladera pero en dirección contraria, y unas decenas de metros mas arriba… y así varias veces.


Nos apeamos en un pueblo llamado Creel para visitar la Barranca y a los Tarahumaras, los indios pobladores de estas montañas.
El pueblo está muy bien situado y puedes hacer las excursiones más interesantes sin perder mucho tiempo en los desplazamientos. Lo que nos resultó más curioso del pueblo es que pese a ser pequeño y sólo tener una placita, cada tarde se liaban unos cacaos de tráfico impresionantes. El primer día no entendíamos nada, pero preguntamos y resulto que es la forma local de pasar la tarde: meterse en el coche, poner la música a toda leche y tomar -beber- hasta que no puedes manejar -conducir-… nada que decir, cada uno se divierte como quiere. Eso si, a la que se ponía el sol, cada mochuelo a su hoyuelo.
Mención especial para la forma de vestir de ellos. En el Norte de México los tíos se engalanan como los vaqueros de las pelis: su gorro de cowboy, sus camisas de tachuelas, sus jeans, sus botas camperas… van hechos unos figurines.
El primer día alquilamos unas bicis y nos dedicamos a recorrer los alrededores del pueblo. Era domingo y en una de las aldeas Tarahumara había fiesta, así que nos cruzamos con unos cuantos camiones que llevaban la caja llena de chicos y chicas ataviados con sus mejores galas, que de camino se iban entonando a base de Tesgüino, una especie de cerveza hecha con maíz fermentado bastante fuertecita, pero que estaba rica rica.



Por la tarde, nos regalamos unos baños termales en unas piscinas naturales en el fondo de un cañoncito paradisíaco, sin saber que al día siguiente recorreríamos la carretera de la muerte rumbo a Narcopilas.
Narcopilas es un pueblecito situado a solo 500 metros de altura en lo más profundo de la Barranca, lo que viniendo desde Creel implica un descenso de 1800 metros de desnivel. Un descenso, que desde el interior del destartalado autobús en el que íbamos me pareció absolutamente aterrador, espantoso, terrible, pavoroso, terrorífico, escalofriante, horripilante, espeluznante... la carretera, una estrecha pista de tierra o terraceria como dicen por aquí, desciende hasta el fondo del cañón zigzagueando por una de las laderas… el panorama corta el aliento a cada curva… al menos a mi, porque Mª José iba más tranquila que el bomba, y hasta se echo una cabezadita.


Esa carretera hay que recorrerla en bici. El 90% del tiempo es bajada y el firme esta en buen estado, casi no hay tráfico y las vistas son espatarrantes. Para hacerlo, hay que alquilar la bici en Creel, subirla al bus y apearte antes del tramo de bajada mas salvaje… downhill  hasta Narcopilas, y al día siguiente la cargas en el bus y listos.
El pueblo se llama Batopilas, pero después de unas cuantas horas allí encontramos que lo de Narcopilas le sentaba muy bien.
Estos valles gozan de un clima y situación propicias, que los han convertido en la versión mejicana del valle del Riff, y en Batopilas todo gira en torno a eso, y eso, lo condiciona absolutamente todo.
Este no es un blog para hablar de esas cosas, pero como reflexión, decir que si en algún lugar de Méjico hemos notado el mundo oscuro y violento que castiga al norte, ha sido aquí. En Batopilas, mala onda.
En el pueblo había pocas opciones para hospedarse, y descartando las más económicas por cutres y las más caras también por cutres, no nos quedo más remedio que pasar la noche en una pensión cutre, regentada por Monse sin “t”, una mujer viuda, evangelista y mas pesada que una vaca en brazos. Una cosa es ser amable con los huéspedes y otra perseguirlos… si no llamó 20 veces a la puerta del cuarto no llamó ninguna… ¿qué quiere?¿todo esta de su agrado? que siiiii, que ya se lo he dicho antes que todo esta bien… cualquier cosa estoy a su servicio… toc toc ¿queeeeee?¿se les ofrece algo?... por si no habíamos tenido suficiente, al día siguiente viajó hasta Chihuahua en el mismo bus que nosotros.
Además de las vistas de la Barranca, la aislada iglesia de San Ignacio y las aldeas Tarahumaras, justifican la visita a Batopilas. Nadie sabe porqué construyeron esa pedazo iglesia en un valle deshabitado y tan remoto, pero ahí esta desde hace casi 500 años. Respecto a los Tarahumaras, visitamos una de sus aldeas y comprobamos que viven muy humildemente y casi no hablan castellano.



Chihuahua guau guau.
Aunque sólo estuvimos unas horas, Chihuahua nos gusto. Visitamos la casa-museo de Pancho Villa, donde el líder revolucionario pasó sus últimos años viviendo a cuerpo de rey.  En vida, Pancho Villa fue héroe y villano a partes iguales, pero una vez muerto se convirtió en leyenda y Los Mejicanos lo adoran. Entre otras cosas, podía presumir de haber dirigido el único ejército que ha hecho una incursión en territorio de los Estados Unidos y ha salido victorioso. Fue un fenómeno.
Siguiente parada Zacatecas.
Después de pasar la noche en un bus/nevera -los chóferes mejicanos tienen un problema con el aire acondicionado-  llegamos a Zacatecas pensando en una cama y algo de tranquilidad. Al despertar, descubrimos que habíamos cambiado de pantalla, al contemplar las vistas desde la terraza del hostal. Imposible encontrar diferencias entre esta ciudad y el centro de cualquier ciudad del sur de España: edificios de una planta, callejuelas retorcidas, paredes encaladas, palacetes, iglesias por todas partes… tienes la sensación de estar en Granada, Cáceres o Córdoba. Pero además, la onda es diferente, adiós a los cowboys, a las pick-up, a la cerveza Tecate…
Zacatecas surgió alrededor de una mina de plata, que debió hacer de oro a unos pocos y condeno a la esclavitud y una vida de perros a un montón de generaciones de indios. La visita al yacimiento muestra lo duro que debió de ser soportar ese destino.



Esa noche compartimos cena, cervezas y una conversación muy interesante con Héctor, del DF, que nos ayudo a conocer un poquito más este país.
En el hostal las cosas se pusieron feas. Organizaron una barra libre de mojitos que se les fue de las manos y acabo del palo lloret fiesta hooligan…  ni la gente que estaba de fiesta, ni el pobre chaval encargado de echarlos tenían la culpa, pero con alguien me tenia que despachar… y me despache a gusto.
Si buscas hostal en Zacatecas, ya sabes donde NO tienes que ir: “Hostal Villa Colonial”.
El Barça jugándose la temporada y yo en Guanajuato. ¿Guana qué?... ¡Guanajuato!
Además de ser otra importante ciudad platera y colonial, Guanajuato es la ciudad universitaria mas famosa de Méjico. Pero por si eso fuera poco, cuenta con uno de los museos más frikis del mundo: el MUMO, Museo de las Momias.
Vayamos por partes. Lo de ciudad universitaria se nota enseguida, y no solo por la cantidad de estudiantes que salen de fiesta los jueves, si no por el numero de “tuneros” por metro cuadrado que hay… si si, tuneros de “la Tuna”. Esa tribu en vías de extinción en cualquier otra parte del mundo, aquí goza de una salud excelente, y enseña músculo en bares y plazas sin el menor atisbo de sonrojez en sus mejillas.
Pero Guanajuato también es una plaza fuerte para los Mariachis, que cada tarde, cerca del Teatro Juárez, ofrecen sus servicios a enamorados y nostálgicos en las terrazas de los restaurantes.
Tema momias. Al parecer, el cementerio de la ciudad goza de unas condiciones especiales, que provocan que muchos de los cuerpos que allí se entierran queden momificados. Como la relación que los Mejicanos tienen con la muerte es menos dramática que la nuestra, no tienen demasiados problemas en exponer algunas de esas momias al publico. Parece una galería de los horrores. Además de las momias de bebes, muy gores, hay la de una mujer a la que enterraron viva que da mucho yuyu. 
En Guanajuato estuvimos de muerte. Rompimos la mala racha que traíamos con los hostales, y fuimos a parar a uno tranquilo y con muy buen ambiente, el “Hostal Bertha”.

viernes, 23 de abril de 2010

Sí, sí, hemos visto un montón de animalitos

Como ya os conté en el post de Sequoia National Park, en USA vimos muchos animalitos, ¡y la cosa sigue en la misma línea!
Nos hemos encontrado con gran variedad de aves, ¡por fin he visto un Colibrí! pensaba que parecerían insectos de lo pequeños que son, pero de eso nada, son preciosos. También hemos visto otros animales pequeños como arañas, alacranes y culebras. Y sobretodo, hemos visto ballenas y leones marinos, y digo sobretodo porque son enormes.

Las ballenitas
Contratamos una visita guiada a Bahía San Ignacio, no era demasiado cara, pero tampoco te aseguraban que pudieras tocar ballenas, la excursión era exclusivamente avistamiento. Una vez allí nos subieron a una lancha, éramos: una familia de dos niñas, la madre y el padre, el guía, el lanchero y nosotros. La lancha nos llevó hasta mar abierto, parece ser que dentro de la bahía está prohibido parar, hay zonas de poca profundidad y si se molesta a las ballenas, no tienen espacio para huir con tranquilidad.
Una vez en la zona de avistamiento, la lancha se paró, y todos a esperar que ocurriera algo. Teníamos una hora de excursión, había pasado más de media y solo habíamos visto unas ballenas de lejos (al parecer ariscas, porqué no quisieron pasar a saludarnos), así que parecía que eso era todo y que había sido una pérdida de dinero… y entonces se acercó nuestra ballenita.
El guía se puso a gritar como poseso, ¡dadle besitos, quizás nunca más lo podréis hacer!¡besitos!¡besitos! Y la gente correspondió como pudo, se creó un estado de caos enorme, todos de un lado a otro de la barca intentando besar a la ballenita y gritando de emoción. La señora decía ¡gracias, gracias, ballenita linda, gracias! La niña más pequeña le puso nombre –Lolita- y solo hacía que repetirlo ¡Lolita ven!¡Lolita te quiero! Y Miguel y yo más de lo mismo ¡ven ballenita!¡ven Lolita, porfa!... Era muy juguetona, le gustaba que le salpicáramos con la mano y nos devolvía el gesto tirándonos agua a la cara a través de la nariz (que son tres agujeros que tiene arriba de la cabeza), el tacto de su piel era sorprendente, era muy suave y acolchada, nada de lo que nos esperábamos, además tenia unos pelos muy gordos.
Cuando pasó un rato de tener a Lolita al lado de la lancha y a su mamá observando en la distancia, esta le echó bronca y se alejaron de nosotros.
Estuvimos unos 15 minutos más esperando que volviera, pero nada, luego vimos como Lolita se había ido a tirar agua a otros, la niña pequeña no pudo evitar enfadarse, como si alguien le hubiera robado su mascota, ¡ehhh, Lolita es mía! Y es que, si pudieras te la llevarías a casa.

Los leones marinos
Los leones marinos eran otro asunto. También contratamos una visita guiada, pero esta vez en La Paz, consistía en hacer snorkel (nadar con el tubo y las gafas) en casa de los leones de marinos.
Nos subimos a una lancha y nos llevaron a una especie de islote en mar abierto, dónde a medida que te acercaban notabas un olor horrible a granja (eran decenas de animales enormes, más sus excrementos). El día era fresquito y el agua estaba revuelta, así que me puse el neopreno, aguanté la respiración y me tiré al agua no muy convencida, Miguel no se lo pensó dos veces, y ya estaba nadando hacia los leones.
Dentro del agua todo parece estar más cerca y la sensación de tener cerca aquellos animales tres veces más grandes que tú era increíble, te quedabas helado (quizás la temperatura del agua influía). Yo iba nadando cogida de la mano de Miguel, mirando de un lado a otro, veíamos como jugaban, se mordían y daban saltos, también como mordían las aletas de otros nadadores. Uno de aquellos pícaros animales nos tomó como diversión personal, pasó por debajo de Miguel mirándole fijamente a la cara, le tiró un desafiante y enorme mordisco de burbujas y posteriormente se dirigió hacia mi, eso me superó y nadé todo lo rápido que pude en dirección contraria, pero no se intimidó, sino que me correspondió nadando más rápido que yo y haciendo una pirueta magistral en la superficie del agua.
La aventura fue genial, pero para mi suficiente, un poco más y me infarto, así que volví a la lancha antes de tiempo, además hacía frío y el agua estaba muy turbia. Miguel aguantó un rato más, de hecho creo que volvería ahora mismo.

domingo, 18 de abril de 2010

Ohhh… Baja California!

Por fin Méjico… cuanto tiempo esperando este viaje!
Cruzamos la frontera en Tijuana y… nada. Nadie nos pidió el pasaporte, ni nos pregunto qué llevábamos en la mochila, ni nada de nada… menudo mosqueo! En una frontera así uno espera que como mínimo le sellen el pasaporte, no? pues el problema fue nuestro para encontrar un funcionario de migraciones que se tomara la molestia. 
Para ser sinceros entramos en Méjico un poco jiñados. Las noticias de este país siempre son alarmantes: que si gripe A, que si terremotos, que si secuestros express, que si guerras entre bandas de narcos, que si batallas entre policías corruptos y ejercito, que si feminicidios… pero por otro lado hablas con la gente que ha venido, y te dice que el país es genial, que la gente es un encanto y que de todos esos temas, nada de nada.
Por si acaso, planeamos pasar el mínimo tiempo en Tijuana, que junto a Ciudad Juárez parecen la franquicia del infierno en la tierra, y una vez cumplido el trámite aduanero pillamos un bus hacia el Sur.
Después de pasar la noche en la carretera amanecimos en San Ignacio, un oasis al mas puro estilo marroquí: miles y miles de palmeras, árboles frutales, y alrededor montañas absolutamente abrasadas; la única diferencia,  los cardones, unos cactus gigantes que dominan la Baja California de punta a punta.



A San Ignacio se va a ver ballenas.
En Baja California hay tres lugares donde las ballenas grises acuden en masa cada invierno para parir y criar: Laguna Ojo de Liebre, Puerto López Mateos y Laguna de San Ignacio. Las ballenas permanecen aquí desde finales de diciembre hasta finales de marzo y durante ese tiempo enseñan a sus ballenatos lo fundamental para hacer su primer gran viaje a las aguas de Alaska, donde pasan el resto del año.
Bajo las palmeras, San Ignacio se desarrolla alrededor de la misión que los Jesuitas o los Dominicos (o los dos a la vez o ninguno) fundaron hace mogollón de tiempo.
La pequeña plaza mayor es el corazón del pueblo y la gente la ocupa a todas horas. Hay 2 restaurantes, un puesto de tacos (bocadillos locales), una nevería (heladería) y dos tiendas de novedades, que es como llaman aquí a las tiendas que venden ropa y cosas de la casa.
La tienda de abarrotes (súper) y la tortillería (donde hacen y venden las tortitas de maíz o harina, que aquí se utilizan a modo de pan) están en una de las calles que sale de la plaza.
Además, están las oficinas de las agencias de viajes que organizan lo del avistamiento de ballenas.
El tema ballenas lo tienen bien organizado. Además de regular la cantidad de pangas (lanchas) que están a la vez en la laguna y el tiempo que permanecen, a estas les prohíben aproximarse a menos de 20 metros de los bichos, así que si estos quieren acercarse lo hacen, y si quieren estar a su rollo, tienen espacio.  
En temporada alta se ve que hay decenas de ballenas y la laguna es una fiesta, pero ahora cada vez quedan menos y no las teníamos todas.
Pero tuvimos suerte, y aunque solo vimos 3 parejitas de madre-hijo/a, nos cruzamos con una ballenita juguetona que se nos acerco mucho.



La siguiente parada fue Bahía de los Ángeles, hasta donde llegamos en busca de los pescadores de calamares gigantes.
Llegar hasta es toda una aventura, no hay línea regular de bus, y para mochileros como nosotros la única opción era hacer dedo (o raite, como lo llaman aquí), pero claro, hacer dedo aquí… nos pusimos en contacto con un hostal en Bahía y nos dijeron que no había problema, que todo el mundo llegaba al pueblo así y que si de todas formas no lo veíamos claro, ellos nos pasaban a recoger. Y allí nos plantamos con nuestro mochilon, rodeados de cactus en medio del desierto… y mira por donde, el primer coche que pasa es un coche rojo con unas luces de colores en el techo… una furgo de bomberos! Me planté en medio de la carretera y en cuanto les dije que soy bombero nos hicieron un sitio.
A todo esto, habíamos comprado una tienda de camping de segunda mano con la idea de dormir en las playas, porque aquí en Baja el concepto de playa es diferente, y lo más normal es que en todas haya restaurante, abarrotes y palapas, que son unos techos de paja que levantan a pie de agua, para que la gente plante sus tiendas y pueda estar a la sombra.
Así que en Bahía de los Ángeles dormimos en nuestra primera playa y descubrimos que aquí, el concepto de camping también es diferente.
Para empezar el agua esta fría, así que lo de estar todo el día a remojo como que no.
Ademas, las playas de Baja están plagadas de yankis y canadienses en busca de sol, que a la que pueden exhiben todo su poderio: mobilhomes plegables, quads, motos de agua, kayaks, boggies… pero lo mejor viene al atardecer, cuando los mejicanos se adueñan de la escena y ponen su música a todo trapo: bandas norteñas, narcocorridos, rancheras etc… sin duda toda esta música se merece un post, porque las letras son increíbles!
El espectáculo en el agua lo garantizan los pelícanos, que lanzándose en picado una y otra vez en busca de peces, parecen los dinosaurios voladores de Jurassic Park. Con un poco de suerte, puedes ver las columnas de agua que las ballenas lanzan al aire cuando respiran.


El tema calamares gigantes lo dejamos para otra vez. No es temporada, y para capturarlos los pescadores salen a mar abierto durante toda la noche en unas barcas minúsculas… y claro, piensas en esos bichos tan grandes, y en las olas aun mas grandes, y en esas barcas tan pequeñajas, y en la pasta que te piden por acompañarlos… y por más que te esfuerzas se te acaban yendo las ganas.
Pero a falta de calamares buenas son pinturas rupestres.
En el camping preguntamos a unos abueletes de Las Vegas que llevaban un tiempo acampados en Bahía qué era lo que podíamos hacer allí, y nos dijeron que había unas pinturas rupestres muy chanantes en el desierto, y que había otro abuelete americano que sabía donde estaban. El abuelete en cuestión era don Pedro, un botánico retirado que vivía 6 meses en California y 6 meses en Bahía. Se ofreció a llevarnos de paseo, y a cambio nosotros pagamos la comida.
El paseo con don Pedro fue genial, en Bahía de los Ángeles también estuvimos de suerte.
La cosa es que un par de semanas antes de nuestra llegada, había llovido como nunca, y el desierto parecía un jardín botánico lleno de plantas en plena erupción de flowers.
Don Pedro además de llevarnos hasta las pinturas, nos dio una clase magistral de botánica. Nos explico las adaptaciones que estas plantas habían desarrollado en un medio tan hostil, sus mecanismos de supervivencia y el porque de sus extrañas formas.




Finalmente, evitamos tener que hacer dedo para salir de Bahía viajando con otro abuelete hippie de San Francisco que estaba en el camping, y que nos saco de allí en su WV California del 74, a cambio de un rato de compañía en su viaje de vuelta.
Adiós Bahía de los Ángeles.
A Mulegé, llegamos en busca de playas inmaculadas y tranquilas donde descansar unos cuantos días a la sombra de alguna palapa… pero como he dicho antes, el concepto de playa tranquila en Méjico es diferente. Finalmente nos decidimos por la playa de Santispac, que fue la que nos pareció menos friki… pero aun y así tenía una feria, un mercadillo, restaurante, etc.




Allí conocimos a la familia López Rodríguez - nuestros vecinos de palapa- oriundos de Ensenada y que viajaban hacia el sur de Baja disfrutando de sus vacaciones de Semana Santa. Su hijo Lionel era un encanto, y a pesar de que tenía problemas para comunicarse le cogimos mucho cariño, menudo crack!. Ellos nos llevaron en su troca (que es como llaman aquí a los coches tipo pick-up) hasta La Paz, capital de Baja California y nuestra ultima parada antes de saltar al continente.
A La Paz se viene a bucear con tiburones ballena y leones marinos. La pena es que los tiburones solo aparecen por aquí a partir del mes de Junio. Los leones en cambio están todo el año y pudimos nadar muy cerca de ellos… demasiado según MJ.
En la guía dice que las puestas de sol desde el malecón son espectaculares, y esta vez no se equivocan, las tranquilas aguas de la bahía, la fina playa de arena blanca y los edificios coloniales del paseo marítimo se ponen de gala al caer el sol.
En el puerto deportivo soñamos un rato viendo los barcos de los que navegan los mares impulsados por el viento.
Finalmente, hicimos una excursión a la isla de Espíritu Santo, donde además de ver fragatas, tortugas y delfines, te puedes pegar un chapuzón cerca de una colonia de lobos marinos. 
Vaya pedazo de bichos.