miércoles, 19 de mayo de 2010

Chiapas, mon amour

En este capítulo os contaremos nuestras aventuras por Oaxaca y el estado de Chiapas… bye bye Aztecas, hello Mayas.
Oaxaca es -según dicen- la capital artística de Méjico. Está a medio camino entre el DF, y el Pacífico por un lado y las selvas del Sur por otro. Presume de tener una vida cultural intensa y más artistas per capita que en cualquier otra ciudad del país.
La verdad es que en Oaxaca nos pasamos la mayor parte del tiempo haciendo lo que más nos gusta cuando estamos de viaje: callejear sin rumbo fijo de aquí para allá… y el azar, nos regaló una fiesta de los 15 y una rúa indígena en honor a la Virgen de Guadalupe.
La rúa fue de lo más divertido. Desfilaron representantes de los pueblos cercanos ataviados con sus trajes típicos, y mientras cantaban a la virgen acompañados por bandas de música, iban repartiendo mezcal casero para deleite de los parroquianos.



De hecho, la ciudad está ubicada en el centro de un valle invadido por las plantaciones de maguey (o agave), la planta de la que se extraen tanto el mezcal como el tequila.
Lo de la fiesta de los 15 fue más curioso. En uno de nuestros paseos nos llamó la atención un grupo de gente vestida de boda a la puerta de una iglesia y nos quedamos a pipear. De pronto, llegó un coche de época y de su interior descendieron un hombre y una chica jovencísima vestida como una princesa… hubo aplausos y gritos de ¡guapa!. A continuación, la chica entro en la iglesia de la mano del hombre, y seguida por sus damas de honor se plantifico delante del altar… sola, entonces caímos en que se trataba de una fiesta de los 15, la puesta de largo que algunas familias organizan a sus hijas cuando estas cumplen los quince años.


También visitamos las ruinas de Monte Alban y paseamos por el mercado dominical de Tlacolula, donde me sentí como Gülliver en el país de Lilliput, ya que tuve que andar agachado todo el tiempo para no comerme los toldos y marquesinas de las paradas, que me llegaban a la altura de la barbilla… de hecho le alegré el día a mas de una con los coscorrones que me fui dando.
Desde Oaxaca bus nocturno hacia Palenque, en el corazón de Chiapas, donde nos esperaban unos cuantos yacimientos arqueológicos de primera categoría, la selva Lacandona con sus brumas, calor asfixiante y mosquitos, y muchas sorpresas.
En Palenque nos hospedamos en Panchán, un santuario hippie a medio camino entre la ciudad y las ruinas, donde hacían una pizza magnifica y se estaba la mar de bien entre perroflautas y saltimbanquis de todas las nacionalidades en busca de paz y amor.
Resulta increíble comprobar como la selva se traga todo lo que se le pone por delante en poco tiempo. A saber la de tesoros y secretos que deben estar ocultos bajo su manto.




Las ruinas de Palenque son muy famosas porque bajo una de sus pirámides encontraron la tumba de Pacal el Grande, un gobernante maya que murió hace mil quinientos años y se hizo enterrar con todo el equipo: joyas para impresionar a los otros muertos, armas por si alguien se ponía tonto, comida y bebida, etc.
Las ruinas de Palenque están bien, pero las de Yaxchilán son para cagarse.
La excursión hasta las ruinas de Yaxchilán es larga y cara -500km y 50 eurazos- pero vale la pena, aunque sólo sea para sentirte como Indiana Jones por unas horas.
Me explico. Para llegar hasta allí, además de cascarte 250km. de selva, selva y nada más que selva, has de navegar río abajo por el Usumacinta hasta llegar a un meandro donde lo único que oyes es a los monos aulladores y una orquestra de pájaros y grillos sonando a todo volumen. Ahí dentro están las ruinas… te dicen, y tu miras y solo ves millones de mariposas gigantescas revoloteando sin rumbo y selva espesa, tupida, compacta… y sí, a la que empiezas a andar por el sendero que sube entre raíces y lianas descubres un templito por aquí, una piramidita por allá… y no es que los edificios sean muy espectaculares, pero es que todo esta como cuando lo encontraron hace menos de 100 años.
Uno de los templos nos pareció genial. Después de andar un buen rato por la selva y acostumbrarte a sus cositas -el bichito que corretea entre las hojas y nunca ves, la rama que si te la miras bien parece una serpiente o el insecto tamaño XXL que cuando se posa sobre tu camiseta esta a punto de provocarte un infarto- descubres que delante de ti hay un pedazo templo oculto entre los árboles, con la imagen de un mono sentado en lo mas alto que te vigila… ¡uuuaaauuu! ¿esto lo han hecho personas o forma parte de la selva desde siempre?


Por el camino vimos algunos carteles que indicaban que aquello es territorio Zapatista.


Siguiente parada, San Cristóbal de las Casas.
SCdlC es una ciudad colonial preciosa, magníficamente conservada y muy divertida. Además, al estar a casi dos mil metros de altura tiene un clima agradable, que después del bochorno inhumano de Palenque y el calor infernal de Oaxaca nos sentó de perlas. Alrededor hay muchas cosas interesantes que conocer: desde el mundo de los Zapatistas, hasta las extrañas prácticas religiosas que se llevan a cabo en algunas de sus iglesias, lo que la convierten en un sitio ideal para relajarse unos cuantos días.
Los Zapatistas.
Venir a Chiapas y no visitar alguno de sus pueblos Zapatistas no tiene perdón. Ni que sea por curiosidad, vale la pena acercarse a escucharlos y valorar de primera mano que hay de cierto en lo que nos explican de ellos.
Para empezar, para visitar un Caracol -que es como ellos llaman a las 5 regiones en las que se agrupan los pueblos rebeldes- hay que ir acompañado de alguien que les merezca confianza y llevar tu documentación, si no puedes identificarte olvídate de entrar. Después, hay que tener muy claro que entras en un lugar fuera de la ley Mejicana, allí mandan ellos y ni siquiera los militares o policías se acercan. Y para acabar, has de tener claro que no vas a ver ninguna atracción turística… si llevan el pasamontañas es porque si los pillan, los enchironan.
Al entrar al Caracol te recibe un comité de seguridad que se encarga de comprobar tu identidad y de que entiendas cuales son las normas que has de seguir mientras dure la visita. Además has de responder a unas cuantas preguntas: ¿por qué vienes? ¿a que te dedicas? ¿perteneces a alguna organización?... obviamente no dejan tomar fotografías, pero si te dan permiso, es a cambio de que no las publiques en un sitio como este.
Después te recibe la Junta de Buen Gobierno, que está formada por representantes de los municipios que integran el Caracol, y que entre otras cosas, se encargan de explicar la experiencia Zapatista a los visitantes.
Finalmente te dejan un rato libre para que te pasees por el sitio.
Nosotros visitamos el Caracol Oventik. Éramos un grupo de cinco personas: cuatro guiris -nosotros dos y una pareja de profesores de Chicago- y la chica mejicana que nos hacia de guía. A ella no le dejaron pasar. Al parecer los del comité de seguridad se van turnando, y como los que había ese día no la conocían,  la invitaron a esperarnos en la puerta.
Después de pasar el filtro del comité de seguridad, nos llevaron a una sala donde nos esperaban cinco personas encapuchadas: tres mujeres y dos hombres, miembros de la Junta de Buen Gobierno del Caracol. Primero se interesaron por el motivo de nuestra visita, y tras un largo silencio nos explicaron los motivos de su levantamiento y respondieron a nuestras preguntas.
Lo que nos quedo claro -porque insistieron varias veces- es que en las comunidades Zapatistas las mujeres tienen los mismos derechos y deberes que los hombres, que respetan las creencias religiosas y leyes de cada pueblo, y que lo que les alentó a levantarse fue la represión y el abandono al que dicen estaban sometidos por parte del gobierno Mejicano.
Pero os engañaríamos si os dijéramos que la charla nos sirvió para aclararnos demasiado.
Aunque una visita de unas pocas horas no da para sacar demasiadas conclusiones, salimos un poco tristes, con la impresión de que si han llegado hasta el punto de no querer saber nada de su gobierno, y tener que vivir encapuchados en sus propios pueblos, debe ser porque antes debían estar muy muy mal.
A mi, lo que mas me sorprende es que ni el ejercito, ni la policía, ni ninguna otra institución del país, entre en esos territorios… ¿en que otro país moderno pasa eso?. Los Zapatistas son un grupo de campesinos hartos de que les tomen del pelo, pero no son un ejercito… uno llega a la conclusión de que al gobierno Mejicano le importa un bledo las condiciones de vida de esa gente, si no, no se entiende.


Lo nunca visto.
Después de nuestra visita al Caracol, nos acercamos hasta el pueblo de San Juan Chamula. Era día de mercado y las calles estaban llenas de indígenas ataviados con sus trajes típicos vendiendo frutas, animales y demás. Pero el espectáculo estaba dentro de la Iglesia.
La iglesia de San Juan, es famosa porque en su interior se practica el sincretismo, que quiere decir que se mezclan ritos de la religión cristiana, con otros paganos.
En el interior, el suelo estaba cubierto de pinaza verde, y apoyados en las paredes, habia decenas de representaciones de santos con nombres bastante estrafalarios. No había bancos, y la gente se sentaba en el suelo apartando un poco la pinaza, encendían un montón de velas, y mientras unos rezaban entre dientes, otros se sometían a curaciones por parte de los chamanes.
Las curaciones se realizan mediante sacrificios de gallinas.
Hay un código: las gallinas blancas se utilizan para los bebes o niños pequeños, las marrones para enfermedades leves, y las gallinas negras para enfermedades mas serias. En el proceso, el chaman también utiliza coca-cola, que le ayuda a expulsar los malos espíritus del enfermo mediante eructos. Así, enfermo y chaman se hacen un espacio entre la pinaza y plantan un montón de velitas delante suyo. Después, empieza el proceso de curación mediante los eructos y las oraciones, y finalmente, después de haber frotado la gallina por las partes afectadas del cuerpo del enfermo, se le retuerce el pescuezo.
Todo un espectáculo, que nos dejo perplejos.
No esta permitido hacer fotos. Pero asi como el dia de la lucha libre me sento fatal que no me dejaran entrar la camara, aquí no discuti, y aunque me moria de ganas no quise robar ninguna foto a cara de perro… asi que os lo teneis que imaginar… o mejor ir, y verlo con vuestros propios ojos.



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